viernes, 29 de junio de 2007

Hubo un tiempo en que yo también necesitaba el aire

Hubo un tiempo en el que yo también necesitaba el aire. Como vosotros, no podía vivir sin él. No se realmente cuanto hace de eso porque aquí abajo el tiempo es más difícil de medir. Pudieron pasar meses o décadas. Poco importa.

Mi vida antes del "cambio" era bastante normal, con momentos mejores y peores. Con instantes de felicidad que ahora brillan como novas entre mis neuronas y ocasiones amargas que al difuminarse con el tiempo pierden su trágico protagonismo para convertirse en simples escollos en el camino. Una racha de malos momentos, torpezas inacabables y falta de aciertos me empujó a plantearme una huida hacia ¿dónde? no tenía ni idea.

Mi primer planteamiento fue utilizar el coche. Conducir con el deposito lleno, a cada vez más velocidad y cerrar los ojos, dejarte llevar por el ciego instinto hacia un camión, un muro o una cuneta. Lo hice en varias ocasiones pero siempre acababa abriendo los ojos. Supongo que me picaba la curiosidad y quería ver contra que me la iba a pegar. Y claro, no me la pegaba.

Pero se presento una oportunidad un día que, con unos amigos, fui a bucear. Cuando llevabamos ya un buen rato abajo y el profundímetro rondaba los cuarenta metros me alejé un poco de ellos. Me quite el chaleco, que con esa presión hacia honor a su nombre pues apenas abultaba más que una simple tela, saqué el regulador de mi boca y me arranqué las gafas de la cara. Mis compañeros no sabían que pasaba, así que aprovechando su indecisión me lancé con toda la fuerza que podía sacar de mis aletas, alejándome de ellos y ganando profundidad por momentos.

El dolor en los oidos se hizo insoportable ante el brusco descenso, todo mi cuerpo sentía la presión aplastante de toneladas de agua sobre mí, los pulmones me estallaban pidiendo aire. Abrí la boca y tragué buscando un rápido fin pero ...

Pero no pasó nada. Bueno, sí que pasó. Pasó que el dolor desapareció, que la presión se convirtió en una cómoda y agradable compañía, que mi vista se aclaró y pude ver mejor que nunca lo había hecho en el mundo de la superficie, ..... y sobre todo pasó que pude seguir respirando o como se llame eso que ahora hago.

En aquel momento me convertí en parte del Azul y en él vivo recorriéndolo a mi antojo en cualquier dirección, desde la cálida superficie hasta la más fría de las profundidades. Buscando el fin encontré el comienzo ...

PACO


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